La terapia sexual es como un viaje hacia el autodescubrimiento y la plenitud en la intimidad. Es una herramienta poderosa que puede guiar tanto a parejas como a individuos hacia una vida sexual más satisfactoria y plena. Lo que me fascina de la terapia sexual es que reconoce y celebra la sexualidad como una parte integral y natural de lo que somos como seres humanos. No la ve como algo tabú o problemático, sino como una dimensión esencial de nuestra existencia.

​

Los terapeutas sexuales adoptamos un enfoque que no etiqueta ni patologiza. Más bien, enfatizamos la libertad sexual, permitiendo que las personas exploren sus pensamientos, sentimientos y fantasías sin juicio. Es un espacio donde se fomentan las conversaciones honestas y se promueven formas saludables de expresión sexual. Para muchos clientes, esto puede ser liberador, ya que les brinda la oportunidad de reflexionar sobre su historia sexual, comprender su sexualidad actual y establecer metas para su vida sexual futura.

Los objetivos terapéuticos se centran en las áreas que el cliente identifica como problemáticas o insatisfactorias en su vida sexual.

 

Pueden ser desde patrones de pensamiento limitantes hasta dificultades en la relación o problemas de salud mental como ansiedad o depresión. Lo importante es que estos objetivos se aborden de manera holística, considerando cómo se entrelazan con otros aspectos de la vida del individuo o de la pareja. Al final del día, la terapia sexual no se trata solo de mejorar la vida sexual, sino de promover el bienestar general y la conexión emocional en todas las áreas de la vida.